Hace 35 años partí en busca de un sueño,
con el corazón ardiendo, cruzando mares,
en Italia, desde el humus de la cocina,
aprendí a forjar mi destino entre brasas y sabores.
Regresé con la esencia de la tradición,
y con ella fundé «La Bella Italia»,
donde la tierra y el tiempo se entrelazan,
en cada plato, en cada bocado, en cada alma.
En nuestra tierra, donde todo florece,
huertos orgánicos crecen con ternura,
y en la cava, donde el tiempo susurra,
maceran secretos: peperoncino, limoncello, pasta madura.
Aquí, donde el fuego y la pasión se encuentran,
cada creación es un latido de amor,
un respeto profundo a la tierra que nos abraza,
y a quienes, en nuestra mesa, hallan consuelo y sabor.
Este es mi legado, un sueño hecho de voluntad,
una historia que en «La Bella Italia» resplandece,
donde el alma ecuatoriana y la italiana,
se unen en un canto eterno de fuerza y belleza.